miércoles

Creer

Me creeré solo angosto campo
del grito en la vereda de al
lado.
Me sonreirá la vergüenza del
total desenfado en este sucio
papel
por el frente de mis pasos asolados
de mis sienes y el después
en las luces de un otoño aventurero
de un invierno incierto,
con las calles llenas
y mis cafés cortados
el periódico doblado en cuatro,
acariciando ese verano que voló
por encima de mis ventanas
y debajo de mis sabanas.

Me creeré la neblina que amanece conmigo
Recorreré ese instante de tu vientre quieto
y por el timbre de un te quiero
levantaré mi sabana, cubriré mi almohada
para encontrar las hadas de unas horas
que se cubren sobre el cristal de un espejo
allá, en la cresta de una ola del waykiki
en estas horas de los tiempos cavados
allá, en la avenida amarilla
de un país inventado
con su gente sola y su mendigo apretado,
en la emoción de la lotería de un encuentro
en una esquina aparecida
con un libro y la mirada tibia
de los treinta y tres.

Me creeré la moneda de los mil
dilapidando fortunas, para probar el descanso
en la gratitud de un amigo;
el encaje en un buen talle
y el lazo que ata tus cabellos
me retará y en mi puño dolerá
la vieja historia de tu labio roto
me lo creeré y entonces
me los creeré también
porque es mi sien, mi cana
toda mi historia y tu preñez
delante y por debajo del ministerio
en la complicidad de un acto presidencial
o en la trova de un canto
en lo lleno de una luna llena
rezaré mi esperanza al amigo
para que en mi recuerdo
reencuentren, otra vez
el asomo de un
creer.

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